lunes, 14 de abril de 2014

NO SE PUEDE VIVIR DE GLORIAS PASADAS: LA IMPORTANCIA DE LA ACTUALIZACIÓN PARA ENSEÑAR BIEN

La charla " El estado emocional de los  perros de perrera" impartida por Rafael Langarika y Albert Capapey nos ha mostrado que, como en muchas otras profesiones, los educadores caninos para poder ser eficaces con los perros, clientes o voluntarios deben mantenerse constantemente actualizados en sus conocimientos. Lo que hace diez años resultaba revolucionario, hoy no sólo está consolidado si no que en algunos casos está incluso desfasado: pues se han dado pasos adelante. Ignorar al perro que te salta encima excitado con tu llegada, puede ser tan perjudicial para un perro recluido en un perrera, como contribuir a su agitación que es la reacción natural de los que no tienen ni idea. La relación a través de premios y el seguimiento de las pautas conductistas clásicas, por muy en positivo que sean, pueden ignorar algunos de los factores fundamentales que se dan en la relación de perro y el humano.

Debemos intentar insistir en los cuatro valores Empatía, Confianza,Sinceridad y Respeto que proponen Planterose, Herrera y Vilardell en su Cuaderno de Esquililogia.Todo eso cobra un sentido especial cuando el animal pasa por dificultades, se encuentra en un estado de vulnerabilidad como es el de la perrera. Cuando un perro ha sido abandonado, recogido o capturado, debemos empatizar con él hasta el punto de comprender la mejor manera de introducirse en el lugar nuevo - transitorio en el mejor de los casos- que debe ser la perrera. Debemos evitar forzarlo. Las normativas, el hacinamiento y el diseño de las instalaciones raramente permite que sea el animal el que entre con calma y a su ritmo en el nuevo hogar. Solemos ubicarlo en un chenil de una manera brusca e impedirle el contacto tranquilizador que le podrían proveer otros perros adaptados y equilibrados.
Cuando llega un perro nuevo a la perrera la confianza es potencial, pero no se establece en el primer segundo. Desconocemos su pasado, su manera de metabolizar las experiencias y muchas veces actuamos como autómatas, algo que les acabamos contagiando. Contaban casos de perros que mediante el paseo no se conectan con el voluntario que les pasea por que pasan por muchas manos y dejan de establecer un lazo para instalarse en una rutina. El paseo deja de ser un tiempo de interacción afectiva para convertirse en un desplazamiento casi robótico.
No somos sinceros con los perros cuando les ofrecemos la espalda,cuando no garantizamos que lo que les decimos que les va a pasar sea respetado por todos los voluntarios. La falta de una selección previa y una uniformidad en la formación del voluntariado hace que el perro deba afrontar a humanos muy equilibrados y a otros muy desconectados. Eso no ayuda a la confianza.
Muchos perros con los saltos están pidiendo atención a gritos por que probablemente no descansan por las noches, por que el entorno les resulta hostil y por que esos pocos minutos fuera de la jaula son el anhelado periodo que les descontractura frente a las largas horas que están recluidos y muchas veces solos. Negar que es importante lo que sienten es renunciar a la función que todo especialista canino y voluntario debe cumplir. Existen estrategias para que el perro sobreexcitado comprenda que esta emoción y su consecuente conducta no son buenas, pero requiere trabajo y tiempo. Alguna extraña razón hace que jamás haya tiempo suficiente para quien lo necesita aunque el reloj diga lo contrario.
Respetar a un perro es muy fácil, simplemente hay que despojarse de la creencia de que por ser humanos tenemos razón y él por ir a cuatro patas y estar abandonado es un bobo. Respetar a un perro no se enseña en facultades ni en cursos de etología, es un valor que nace de la conciencia de que no puede ser otra manera para sostener el resto de valores. Respetar a un perro es comprender sus necesidades y sus habilidades, entender que ser distintas no las hace menos valiosas, de hecho, existen muchos casos que demuestran lo contrario.

Desde las 10 de la mañana durante 3 horas dos educadores con experiencia en perreras y, en continua formación, ofrecieron una charla dinámica buscando concienciar sobre un modelo donde el perro es protagonista. Albert y Rafa nos proponen individualizar la atención por que así son más felices y también mas adoptables. Nos proponen mejoras progresivas. Discriminación de las prioridades. Ver que es lo más importante. A veces hace falta renunciar a la totalidad un día para dar una calidad que de todas maneras revertirá en el grupo grande. Insistieron en respetar los tempos y en no confundir el tiempo con el animal con una carrera atlética, por que le que puede estar requiriendo un perro miedoso es una compañía inmóvil, o una caricia reposada, o la disponibilidad para responder a sus gestos comunicativos.
Debemos esforzarnos por entender el lenguaje del perro, sus señales de calma y sus avisos previos al conflicto, algo que todos sabemos que es esto último lo que menos desean. Gruñidos y exhibición de los dientes no son agresividad son avisos que algunos perros han dejado de efectuar por que en sus experiencias previas no les ha servido de nada. La indefesión aprendida, el dejarse hacer por que ya han pasado la rosca del miedo y el ataque directo sin prolegómenos son dos afecciones que podemos ver en las perreras en perros que han sufrido mucho y han sido muy poco respetados, se ha abusado de su confianza, no han recibido empatía por parte del otro y han sido constantemente engañados.
Según los educadores debemos ser previsibles, para que nuestros gestos no puedan ser mal interpretados por un perro que está sometido a estrés. Procurar no intimidar, nuestras posturas, nuestro tono de voz, la velocidad de nuestros gestos, toda una serie de elementos que constituyen nuestra comunicación deben ser atendidos para no ser intimidatorios. Buscar gestos tranquilos. Respetar sus tiempos. No forzar. Permitir que se adapte y confíe. Tratar de no proyectar tratar de ver con sus ojos lo que ocurre.
Se proponen cambios. Se dan avances. No estamos dando sinceridad cuando nos mostramos indiferentes ante perros alterados. Debemos preguntarnos qué necesitan y como cambiar interacciones. Pasar de interacciones forzadas a comunicación respetuosa en la que la mirada que debe prevalecer es la del perro.
Por muchas charlas, seminarios, jornadas o cursos a los que uno haya asistido, evidentemente no podemos creer que ya lo sabemos todo. De hecho por fortuna el conocimiento sobre los perros está avanzando en las últimas décadas como no lo ha hecho en siglos, y Barcelona es un punto donde el núcleo de observación está planteando soluciones pioneras, más armónicas que nunca a la naturaleza canina. No se puede perder pistonada, repetir las viejas consignas lleva la fracaso y dormirse en los laureles es ineficaz e inmoral sobretodo cuando la tarea es remunerada.

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