jueves, 13 de marzo de 2014

ACTO EN SEDE PARLAMENTARIA POR EL BIENESTAR DE GALGOS Y PODENCOS




“En Extremadura hay niños creen que los galgos sólo duran dos o tres años... aunque tengan muy claro que el resto de los perros pueden alcanzar o superar los quince años de edad”. En otros puntos geográficos, criaturas incapaces de comprender la trascendencia de la muerte, acompañan a sus padres a sacrificar los galgos “viejos”: los que ya no sirven para la caza. Ven como entran -esos elegantes y nobles lebreles- para no volver a salir vivos. Se trata de unos animales jóvenes, a los que han visto nacer, crecer y cazar los últimos dos años. Esos mismos niños, cuidan amorosamente de su chihuahua, su snauzer o su carlino, como si no fuesen los galgos y podencos de la misma especie.
La cría indiscriminada, el hacinamiento, el uso, el abuso, los entrenamientos espartanos, las competiciones despiadadas y el abandono y muerte de galgos y podencos es una realidad cíclica y perpetuada en el tiempo. Para muchos, desde la falta de conocimiento o perspectiva, forma parte de lo normal.
El día 12 de Marzo de 2014, dentro de la sede parlamentaria del Congreso de los Diputados, en la Sala Clara Campoamor, se realizó un acto imprescindible para abordar uno de los problemas que más nos preocupan respecto del bienestar de los perros en España. Galgos y Podencos son víctimas, no de lo que se quiso llamar leyenda negra, si no, de una cruda y dolorosa realidad. Desde Estados Unidos un miembro de la SPCA contribuyó a formarnos con el vídeo “Greyhounds in Spain”. Desde Francia el CREL (Club de Reconnaissance et d'Entraide aux Levriers) se exhibieron imágenes de una manifestación  en el Parlamento Europeo de Estrasburgo celebrada el pasado año. Obviamente también se habló desde más cerca. Tanto con la valoración de un veterinario, Albert Sordé, que denuncia el trato recibido por los “Galgos que no cazan”  como con los detalles de la sentencia de “Los galgos de Fuensalida” expuestos por un abogado Sergio García personado en la causa. 
El ubicuo e imprescindible documental “Febrero, el miedo de los  galgos”, aunque no fue presentado en su totalidad, también sirvió para denunciar lo que hay, generando un importante impacto entre los asistentes. Recalcamos que deliberadamente, esta magnífica obra, huye del sensacionalismo y del drama para retratar una realidad común en varias comunidades españolas.http://www.febreroeldocumental.es
Las personas que hemos optado por comprometernos con los animales no humanos, somos perfectamente capaces de mostrar nuestra empatía para con los que no consideran, ni  respetan, nuestro trabajo ni a nuestros defendidos. 
Hace ya tiempo, que queremos vislumbrar los mecanismos mentales que justifican que galgos, y (como muy bien recalcó Nuria Murlà de Galgos 112) los podencos, sufran una consideración tan pobre dentro de la ya maltrecha condición de perro. Las propuestas planteadas desde la Asociación Coordinada por el carismático Chesus Yuste Asociación Parlamentaria en Defensa de los Animales (A.P.D.D.A) van en este sentido de identificar el problema y plantear soluciones.




Las personas que ocupan su ocio, o se ganan el sustento criando lebreles campeones y, despreciando a los que no alcanzan las cotas más altas de velocidad y destreza (ósea, despreciando a la inmensa mayoría) han tildado la jornada de “Comisión Anti galgos”. Resulta paradójico que la defensa de la integridad y respeto a estos animales sea confundida, por algunos ,como una práctica agresiva y amenazante... cuando lo único que persigue es revertir un fenómeno anacrónico, y moralmente inconsistente, en el contexto de la Europa del Siglo XXI, que recoge la condición de animal como de ser sintiente en el Tratado de Lisboa.
A los perros hacinados, entrenados mediante tracción mecánica, presionados, castigados, despreciados, abandonados, colgados, quemados, hundidos en pozos y/o heridos las prácticas, legitimadas sólo por la costumbre, les hace sufrir y. por tanto. contraviene el deseado espíritu de progreso. Las medidas que algunos desalmados toman contra sus lebreles cuando en el transcurso de una determinada competición, en ese complejo esquema de valoración galguero, el perro ha “humillado” al amo ha sido motivo de artículos en periódicos internacionales que nos dejan en una vergonzosa situación.
Resulta también sorprendente que en algún foro galguero se apele abiertamente a la capacidad que algunos agentes federativos para, presuntamente, tirar de “contactos dentro y fuera del Parlamento Español”, dando tal vez.., no sabemos, la idea de que alguien pueda promover el incumplimiento de la ley. O frenar el desarrollo de las funciones propias de los cuerpos como SEPRONA o los Agentes Forestales, o Policía Local u obstaculizar las denuncias que puedan interponer todas aquellas personas que sean testigos de un drama especialmente anual desde Febrero. ¿Puede haber alguien que crea que maltratar galgos, abandonarlos y criarlos sin los correspondientes permisos (núcleo zoológico, identificación, afiche de criador, seguimiento veterinario, etc..) no sólo no es aceptable, si no que deberían contactar con poderes fácticos para que les amparen en estas acciones?
¿No sería interesante reflexionar sobre aquellas acciones u omisiones que facilitan o consienten las tropelías que se perpetran contra galgos y podencos?
¿Contamos con suficiente formación y conciencia para ver que, como ya ocurrió con otras atrocidades, todos seamos un poco menos culpables de que esto siga ocurriendo cada día?
¿Podemos sumar fuerzas para quienes se lucran con la promoción y práctica, de lo que llaman deporte, se hagan responsables del bienestar de los animales, que crían, hasta su muerte por vejez y dejen de causar este grave daño a la sociedad y a la consideración que se tiene de España más allá de las fronteras?
Estamos buscando personas que de un modo templado y científico -ya sea desde la sociología o la antropología- nos explique qué hace que se perpetúe el sinsentido de cazar sin mover mas dedo que el que suelta al galgo y el que recoge la presa. Podemos entender que se trate de un acto social, un modo de encuentro y competición, un concurso que busque el prestigio dentro de pequeñas o grandes comunidades. Puede ser, tal vez, el modo en que padres e hijos salen juntos a disfrutar de la naturaleza, comparten una actividad inusitada en la sociedad patriarcal en la que los niños se relacionan generalmente mucho más con las madres. Escuchar las crónicas de las pugnas entre titulares de los galgos de competición que se hacen en programas como “jara y sedal” no deja de causar estupor y hasta bochorno. Aunque se cuiden muy mucho de no recoger la sordidez que esconde la trastienda de lo que para algunos es un simple rato de asueto que arrastra años de maltrato.
Debemos comprender que, detrás de unas prácticas que desde Europa y desde otros lugares ven como aberrantes, se podría plantear una alternativa ética, digna y satisfactoria donde quede preservado aquello que algunos considerar "bonito" sin que ni un solo galgo, podenco u otro perro de caza sea maltratado, abandonado o asesinado.
FELICIDADES A LOS ORGANIZADORES. 
MUCHO ÉXITO CON SUS PROPUESTAS.
CUENTAN CON TODO NUESTRO APOYO

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