martes, 30 de abril de 2013

POR QUE SOMOS SENSIBLES, A VECES. AQUÍ Y AHORA

ESTE TEXTO ES LA RESPUESTA ESPONTÁNEA DE UNA AMIGA AL ENLACE QUE ALGUIEN COLGÓ EN SU FACEBOOK

"Igualdad Animal revela los horrores del comercio de carne de perro en China". 
No es la única que está harta de mucha hipocresía se que se da entre incluso los que estamos en el mismo barco.


No voy a ver el vídeo, porque sé que lo que pueda ver seguramente supera las atrocidades que pueda imaginar, pero, hay algo que siempre me ha sorprendido respecto al consumo de carne de perro, y es precisamente el que la sociedad occidental se lleve las manos a la cabeza cuando se habla de consumo de esta carne, pero, en su gran mayoría, nadie se altera cuando hablamos de consumo de la carne de otro animales.
Repito, seguramente las atrocidades que se ven en este vídeo sean de nivel Champions League, pero ¿alguien ha visto las que se cometen diariamente en los mataderos de donde salen esos fuets tan deliciosos? ¿o esos jamones por los que (casi) odo dios pierde el culo? O peor aún, ¿esas costillitas de cordero? Y digo peor no porque me parezca peor comerse un cordero que comerse un puerco, digo peor porqué, por ejemplo en la província de Girona, donde yo vivo, el 90% de los corderos asesinados en los mataderos se matan siguiendo las directrices religiosas halal y kosher, es decir, sin ni siquiera aturdimiento previo al desangrado. Pero nadie dice nada.
Pienso que todos los que defendemos la vida y bienestar de los animales no-humanos deberíamos tener una conversación con nosotros mismos y plantearnos si no estamos actuando de un modo totalmente egoísta hacía los que ya, sin ningún reparo, llamamos "animales para consumo humano" y replantearnos qué es lo que estamos haciendo.
¿No es equiparable comerse un puerco a comerse un perro? Para mi, desde luego, si lo es.

Nuria Murlà

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